Flora Moscovici interviene en la piedra para revelar con mucho tacto y respeto la historia y la memoria de un lugar.
Ahora su mirada se centra en la enigmática chimenea que evoca el interior de la antigua casa de los Escabinos, donde en el siglo XV se celebraban las asambleas del Consejo Burgués antes de que se creara el ayuntamiento (1564). El edificio fue destruido a principios del siglo XX para construir la actual calle. Con este empeño, la artista quiere hacer renacer el potencial plástico y emocional de este interior, ahora convertido en exterior. Flora Moscovici vuelve a trabajar in situ y se confronta con la superficie de este vestigio. Los degradados, pintados a la brocha con una paleta de colores cálidos, abrazan la chimenea. Para revelar la materialidad de las piedras (desde granito a toba), la pintura se adapta a su tonalidad y naturaleza a través de juegos de transparencia.
Esta obra ha sido realizada con capas sucesivas de cal líquida y pigmentos y se irá borrando con el tiempo.