Para mejorar la convivencia entre coches, bicicletas y peatones, el artista Aurélien Bory abandonó la clásica señalización en el suelo y apostó por otra mucho más poética: líneas curvas para unir las dos aceras de la avenida que separa el Parc des Chantiers y cuatro grandes cruces señalizados con líneas onduladas para pacificar el tráfico.
Estas señales de tráfico dibujan un flujo vivo y caótico, muy alejado del aspecto rectilíneo de los pasos de peatones convencionales.
Al abandonar la línea recta, el autor ha encontrado un hilo conductor de su obra: no existe ningún eje rectilíneo en esta avenida, solo sinuosas señales viales. No hay que perder el tiempo buscando el camino más corto porque no lo hay.
Obra realizada en coproducción con la Samoa.